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Cartas que te escribo desde el otro lado de la vida

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«Amada mía, si yo pudiera tan sólo una noche volver a sentirte, desterrar mis tinieblas y ausentarme de sombras para anudarme a tu estrella, mas el fatídico océano de los muertos me reclama y me es imposible alcanzar tu huella. Tú, allá, tan lejana, en esa tu orilla llena de luciérnagas, donde ni siquiera el rumor de mi voz alcanza para que escuches a mi corazón decirte que aún te amo, más allá de la vida y de la muerte, siempre te amaré, y te extraño, te extraño tanto, no me olvides amor, no me olvides». ¿Qué pasaría si amas a alguien con toda tu alma y de repente mueres? ¿Qué pasaría si la persona amada no sabe que has muerto? Las respuestas están en mi libro: "Te Amo, siempre te amaré. Cartas que te escribo desde el otro lado de la vida" Ya disponible en Amazon en papel y en ebook. *Para quienes leyeron a "Huri", allá, en aquel lugar, él es el protagonista de esta historia.

Poemas sobre la muerte: "Palabras"

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Un murmullo te dibuja en adiós, sobre un cielo noctámbulo pleno de halos de estrella, un rumor a medio eco sobre el borde de un horizonte que se tizna en brumas, y allá sobre una piedra me recuesto a pensarte, por un instante volátil, sin saber si es certera la flecha de tu marcha o el susurro erró. Enciendo una vela, para que siempre encuentres luminarias por si alguna vez volvieras, mas en verdad sé que estás 

Amor Vampírico

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"Te prometo amor, que allá, en las colinas de la eternidad,  siempre habrá un rincón donde encontrarnos. Ven, vuela conmigo más allá de esta efímera tierra mortal,  que las tinieblas nos devoren mientras nos besamos en la puerta de la oscuridad”.

Aquello a lo que nunca nos atrevimos

En la isla de la soledad estamos, naúfragos sin consuelo, enfermos de silencios, de lágrimas ahogadas que nunca nos atrevimos a llorar, de tristezas y remordimientos que nos guardamos dentro y nunca quisimos sacar.

Allí estabas, majestuosa y ufana

Allí estabas, majestuosa y ufana, las llamas crepitando en la chimenea, y tu silueta dibujando su sombra perfecta en esa pared blanca. Allí estabas, tú, exquisita y hermosa, delicada en tus gestos, tanto como el nácar de tu piel, como el infinito brillo de tus ocres ojos. Allí estabas y yo...