Sobre mí. Ingrid Vort
No importa quien soy, importa lo que escribo,
pero si insistes diré que:
Porque alguien tiene que dar voz:
A los muertos,
a las lágrimas, al dolor,
a la noche y su oscuridad,
al lúgubre galopar del tiempo,
al abisal olvido
y el tortuoso recuerdo,
a la tétrica soledad
y el macabro murmurar
del sibilino silencio.
Más allá del jardín de los muertos, más allá del sepulcro, de los pétalos negros, del graznar de los cuervos, más allá del silencio...
mi pluma escribe a tientas desde las gélidas tinieblas, con el delirio en el alma, un eco mudo y la sombra de un recuerdo como único latido.
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Porque alguien tiene que dar voz:
A los no muertos,
a los que carecen de alma
y de latido,
a las sombras de la noche,
a los Vampiros.
En el hilo incandescente del crepúsculo, a la hora en que los perros se confunden con los lobos, surge un espacio muerto, un vacío donde las sombras nacen: Los hijos de las tinieblas, que abandonan el sueño eterno para dar comienzo a la tragedia.
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