Réquiem melancólico
Réquiem melancólico,
hojas de otoño y almas de invierno;
témpano en huesos,
ocre sonata de muertos,
sinfonía fúnebre de violines
en un aire gélido,
de lánguidos cuervos
que graznan lamentos.
Un batir de alas,
negras, brunas;
en la tumba escarcha,
y olvido,
y lágrimas.
Tañen dos campanas,
las estatuas lloran
y tocan, con sus frías manos,
la tierra oscura,
sin memoria,
olvidada y sola,
tan sola como los cipreses
que elevan sus ramas al cielo,
y como esos muertos
que duermen abajo, más abajo
del abismo donde no hay recuerdos,
donde la espesura de la oscuridad
lo cubre todo con su negra forma,
y cualquier rumor es acallado
por el eco mudo
de una lenta sonata nostálgica.
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