Yo Fantasma
Cuando esos pétalos olviden
el segundo aciago donde el marchitar
es una constante.
Cuando mis ojos entiendan
que su luz les ha abandonado
y los gusanos me hablen
y oiga su masticar gritándome:
¡Aquí te hallas!
Cuando la estatua, allá arriba
sobre mi gélida lápida
derrame lágrimas de herrumbre,
y mi tumba me parezca cada vez más hogar
que aquel que en vida tuve,
entonces, cuando deje de extrañar
y mi única compañía sea el silencio
y la trágica soledad,
tal vez, entonces afirme,
afirme sin que los cuervos me dicten
en su temible sentencia,
lo que ahora no me atrevo a nombrar:
“Diré que morí y soy triste ánima,
un espectro que abandona su tumba
cada noche para sollozar,
gemir, implorar,
un fantasma recostado en tu almohada,
secuestrando tus sueños,
un muerto vagando sin rumbo
por la eternidad,
esperando el leve instante,
cerca de la madrugada
donde colarme en tu espejo
y esperar a que mires
para robarte tu alma”.
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