Todas las penas

Caen de los árboles, 
sobre las tumbas, sus hojas,
y cuando tocan la piedra 
bajo la que los muertos reposan,
pareciera que gritan, 
como grita la hiedra y la madreselva
para sesgar el silencio 
de los que ya no hablan,
como si en ese alarido, de soledad perpetua,
quisieran que el aire escuchara todas las penas, 
todas las que allí, en ese sombrío lugar, 
para siempre olvidadas, para siempre quedan.

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