Nunca nada decías

Yo buscaba tus labios en el espejo del cielo,
y sobrevolaban los cuervos,
mi tumba siempre tan fría,
abajo, más abajo de tu siniestra sonrisa.

Y anochecía,
y nunca, nada decías,
sólo echabas tierra sobre mi cuerpo
e invocabas sigiloso a los demonios del olvido
para que me llevasen a sus infiernos.

Comentarios