Adiós, amado cuentista

Me marcho de la jaula de tu boca,
de ese silencio tuyo que no dice nada,
de tu beso muerto,
de tus huecas palabras.

Me voy lejos de esa caja
donde encierras mentiras
y susurras melodías falsas.

Adiós, mi amado cuentista,
ahí quedas en tu cárcel de quimeras,
con los bolsillos vacíos de latidos
y la boca sellada...
cual tumba sin nombre.

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