Luz miserable

Lluvia de amaneceres
acosando mi sombra,
acariciando con su fuego 
el ajado caoba de mi ataúd.

Maldita luminaria hambrienta
que reptas cual sierpe ponzoñosa
por cada una de las rendijas 
de mi vieja cripta.

Mas habrá de llegar la noche
y con ella mi ejército de tinieblas
que cercenarán tu rostro.

Y el crepúsculo se teñirá de sangre
y mañana, tu luz miserable
será el espejo donde la muerte baile.

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