Desilusión

Se aburren mis ojos de mi cuerpo,
cansados de tanta negrura,
de tantos ríos de sangre...
océanos rojos.

Golpeo el suelo al caminar,
que cruja la hojarasca y me acompañe,
oscuridad sempiterna, cruel
¡Reloj maldito!
Todo el tiempo del mundo
lacerando con su látigo
mi existencia eterna.

Y quisieran mis labios
rozar delicadamente
el terciopelo de los tuyos,
mas en ese breve instante
los instintos se hacen carne
y devoran...
hastiada mi boca de esa sed tan larga,
permanente en esa negrura
que me ha hecho olvidar
los nacarados tonos del alba,
el aroma del rocío sobre la hierba,
el primer trino del pájaro
que despierta en la mañana.

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