Amor vampírico: Maldita distancia
Y maldigo al reloj homicida y alevoso
que nos ofrendó distancias
sepultando nuestros pasos,
que se tragó nuestras eternidades,
una a una y sin piedad,
como si de segundos miserables se
tratase.
Amar era tan fácil...
vampiro mío,
en cada sombra,
en cada noche,
en cada gota bermellón
que sinuosa resbalaba de nuestras
comisuras
y quedaba apresada por nuestro beso
ennieblado;
¡Amar era...!
¿Dónde estás, dónde?
Enjambre de nocturnidades
que se marchitan, una tras otra,
en el abismo del tiempo,
entre lagunas de sangre...
muerta, seca.
Comentarios
Gracias siempre por estar ahí, tu escritura es igualmente maravillosa y oscura, cualquiera que te lea lo sabe, yo no podría construir, narrar, historias en la forma en que tu lo haces...reitero Maharet, que la admiración es mutua...